Razón de amor de Carmen Alcaide

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La escritora Carmen Alcaide, profesora del Departamento de Lengua y Literatura en nuestro instituto, ha publicado una nueva novela, Razón de amor (editorial Dauro, 2018). Nos alegramos como colegas y por la amistad que nos une, pero sobre todo por el placer que la lectura de este libro nos brinda.

Confieso que no me costó nada empezar a leer Razón de amor de nuestra compañera; muy al contrario, desde las primeras páginas la autora consigue zambullirnos en su trama. Uno de los motivos fundamentales es la imagen nítida que nos perfila de Céline, la protagonista, cuya personalidad infantil apenas experimentará trasformación a lo largo del relato, y que con certeras pinceladas nos hace intuir la autora desde el comienzo; pues muy pronto adivinamos el temperamento que se esconde tras la aguda mirada de esta niña que, una vez huérfana, es llevada a vivir con su abuela materna a los alrededores de París. Su gélido mirar sabe captar las recónditas debilidades de las personas que la rodean para así obtener cuantos caprichos se le antojan. Una mirada infantil dura, implacable con la que califica a quienes la rodean -la doncella, la cocinera, la niñera-institutriz, su abuela…-, hasta el punto de concluir que los adultos son “irremediablemente estúpidos”.

Disfrutamos, además, de las bellísimas descripciones, minuciosas en la creación de ambientes. Por sus páginas se entrecruzan la visión de un paisaje rural en donde destaca la singular configuración de sus calles acorde con el paso de los siglos y, en contraste, los salones más elegantes de la nobleza española o los escenarios más lamentables y barriobajeros en donde predomina lo abyecto.

Asimismo, merecen una atención especial en la narración la descripción de los tejidos textiles referidos tanto a la vestimenta femenina y masculina como al tapizado del mobiliario, los cuales conforman un enriquecedor catálogo de las telas y tejidos existentes a finales del siglo XIX y principios del XX. Detalle no baladí si recordamos que el vestido se convirtió en uno de los elementos de distinción e identidad del que se apropiaron la alta burguesía y nobleza para diferenciarse, como estamentos privilegiados, del resto de la sociedad. Y es que para la burguesía -que como estamento había adquirido protagonismo creciente en el S. XIX-, con estos distinguidos atuendos y lujosas mansiones, además, trataban de emular a la nobleza para equipararse a ella.  Es justamente en este espacio social donde se sitúa nuestra protagonista.

Por otra parte, y refiriéndonos a la construcción del personaje principal, la autora ha sabido evidenciarlo e imbuirlo de mayor fuerza al contraponer sus acciones, siempre calculadas, egoístas y hasta crueles, a las de Mariana, su prima y contrapunto de aquella. El modelo de conducta presentado por Céline dista mucho del de su prima. Así lo comprobamos, por ejemplo, al analizar los planes ideados por la primera y compartidos con su amigo Paul, el adolescente que se convertirá en la razón de amor de toda su vida. Una Céline de mirada voyeurista que con ojos dilatados contemplaba por primera vez los juegos amorosos de su atractivo amigo con una campesina, en tanto anhelaba ardorosamente haber sido ella la afortunada. Deseo, por otra parte, que marcará definitivamente a la protagonista, entrecruzado con la inequívoca certeza de que Paul será a partir de aquel momento el único amor de su vida y su única razón de existir. Aspiración que, en efecto, será la que la arrastre también a los mayores atropellos en pos de cumplir su deseo amoroso.

Retomando el personaje de Mariana, figura alternativa al tipo de mujer que encuadra Céline, merece subrayarse el acierto en su caracterización. Para ello, analicemos el hecho de que Mariana procede de un grupo social semejante al de Céline, y por ello, los valores inculcados, es decir, los criterios que han regido el comportamiento de ambas, necesariamente tendrían que haberlas marcado de la misma forma; del mismo modo que ambas tendrían que haberse identificado con la manera de estar en el mundo del grupo privilegiado al cual pertenecían. No obstante, tanto la demanda de libertad de Mariana a la hora de elegir marido, como sus sentimientos de solidaridad -por ejemplo, para con los que estaban luchando en aquellos momentos en la guerra-, así como sus críticas reivindicativas a favor de la mujer -joven feminista avant la lettre– la distanciarán tanto de su prima Céline como del estamento social al que se hallaba adscrita.

Ciertamente, podría argumentarse que también Céline manifestó su insumisión y se rebeló ante la imposición de un marido. En otras muchas ocasiones Céline se había mostrado díscola con los planes de sus niñeras, de su abuela, de su tía…; también ella se ofrecerá como enfermera para cuidar a los soldados de guerra. Sin embargo, la finalidad última que la inclina a adoptar este tipo de actitudes y a tomar estas decisiones no va acompañada de un deseo de ruptura con las ataduras de género que se le imponen socialmente, ni menos aún con un anhelo de superación personal. En contraste, Mariana sí rechazará radicalmente la opinión generalizada en aquel momento de que las únicas armas de las que podía disponer una mujer para ganarse un lugar en la sociedad había de ser su coquetería, su atractivo y sus intrigas de mujer; así como no aceptará tampoco que el matrimonio constituya su única plataforma social y proyecto de vida.

En suma, la protagonista, toda vez que ha construido el sentido de su vida en torno a una fantasía, rodeada de una sociedad que sobrevive adentrada en la mediocridad, y junto a un anodino esposo, buscará su evasión procurándose aventuras amorosas, más tarde, refugiándose en las drogas y finalmente, empujada por la frustración del sueño incumplido, adoptará su decisión última.

Para finalizar este breve comentario, incidiremos en el estilo modélico de Carmen Alcaide, la cual, a través de una paciente elaboración de estilo, nos presenta una narrativa que destaca por su observación minuciosa, precisa, brillante, de la realidad. Interesa asimismo insistir en que la autora se abstiene de realizar juicios de valor sobre el comportamiento amoral y caprichoso de la protagonista. Solo podemos intuirlos, por un lado, a través de la figura que actúa como contrapunto de Céline, Mariana, en la medida en que esta, como hemos indicado ya, mantiene una actitud combativa contra la falta de libertad de las mujeres, y en este sentido, su rechazo a los estereotipos sexistas establecidos. Y en segundo lugar, se podría entender que el final de Céline es la consecuencia última de aquella joven que -como a tantas- desde la niñez se le inculcó la ilusoria idea de que su vida pendía del encuentro con su príncipe azul, personificado en Paul. Quimera que, como es evidente, no servirá sino para arrastrarla a la total infelicidad.

Si el discurso de Carmen Alcaide nos parece de una gran calidad literaria, no es solo por su trabajo de orfebrería en la construcción del lenguaje, sino también porque la visión que nos ofrece, analizada a la luz de los planteamientos actuales de género, profundiza y contribuye a comprender mucho mejor los modelos de feminidad impuestos, los límites, y, a la vez, las luchas intestinas que, en pro de la igualdad, tuvieron que emprender muchas mujeres de pensamiento avanzado a lo largo de esa época convulsa que se desarrolló entre finales del siglo XIX y principios del XX.

Conscientes de que cuando leemos, no solo descodificamos un texto, también lo interpretamos y lo adecuamos a nuestra realidad, integrándolo en nuestro universo personal, sostenemos que Razón de amor constituye una visión del momento histórico  que aconteció en torno a la Primera Guerra Mundial; mirada que observa fundamentalmente las prácticas de las mujeres de los estamentos sociales presentes en aquel momento; una cultura atravesada por el pensamiento androcéntrico y cuyo principal testimonio lo constituyen la consciencia y el comportamiento de la protagonista y el grupo social en el que esta se halla incluida. No obstante, así mismo, dicha narrativa nos ofrece el testimonio de otras experiencias femeninas que trataron de romper, de traspasar dichas barreras, para llevar a cabo un proyecto personal más igualitario. Razón de amor conforma, pues, un discurso cuyos planteamientos ideológicos y estéticos no ocultan la realidad histórica, sino que la hace aflorar para que sea evidenciada. Así, se nos presenta una realidad constituida por personajes femeninos muy diversos, dado que mientras unos refuerzan el pensamiento patriarcal, otros, en cambio, disidentes con este, buscan salidas diversas, construyen espacios vitales paralelos. Dichos ámbitos y discursos alternativos son los que fueron vetados y apartados, silenciados, aniquilados hace más de un siglo de los discursos oficiales, de la Historia con mayúscula. Estos son los que cobran sentido en Razón de amor.

Nuestras felicitaciones a nuestra compañera

Ángeles Cantero Rosales